El 10 de Febrero de 1781 no es una fecha más del calendario histórico del país, sino que su significación va más allá de lo evidente porque encierra un conglomerado de hechos que dieron las directrices para que los pueblos del continente americano logren la tan ansiada libertad de un ejército opresor que no vio en el descubrimiento de América, una conquista en convivencia, sino todo lo contrario, ya que la angurria, la ambición y el deseo de ser superior hicieron escarnio de culturas que vivían en paz.
Pero, para referirnos a lo que sucedió el sábado 10 de Febrero de 1781, es necesario retrotraer algunos antecedentes históricos necesarios. Para ello, nos remontamos dos siglos atrás, cuando en 1595, la que sería la Villa de San Felipe de Austria fue descubierta por el cura don Francisco de Medrano, como consta en su testamento del 2 de noviembre de 1638. Quien tras la fundación sería también el primer alcalde y poblador.
Once años después, vale decir, el 1 de Noviembre de 1606, por cédula de Felipe III, la villa, fue fundada oficialmente por el oidor y delegado especial de la Real Audiencia de Charcas, Manuel de Castro Castillo y Padilla.
Oruro es una palabra que proviene de la modificación de la palabra "Uru", cuyo significado, es: "Donde nace la luz". Tras la fundación de la Villa, Oruro creció potencialmente debido a su riqueza argentífera, pero con ello también comenzó el abuso del poder que impartía la corona española.
La nueva Villa fue habitada por españoles conocidos como chapetones, que según el Inka Waskar Chuquiwanka Kunturkanki dicha palabra tendría su origen en el vocablo aymara ch’api, por su abundante, frondosa y casi larga barba, cuyo significado es espina. Por lo que los mestizos e indios para designarles a los españoles dijeron chapetón, al no poder pronunciar Ch’api.
También se dice que su significado vendría de la palabra chaposo, que quiere decir mejillas coloradas o rojizas.
La soberbia, la angurria española por la riqueza mineral se convirtió en tiranía contra los criollos, mestizos e indios, que se fue agudizando con el paso de los años. Ese aspecto obligó a que dentro del pueblo oprimido comience a germinar la semilla de la emancipación, la semilla de la libertad.
Es así que a partir de 1725, Juan Vélez de Córdova inicia un proyecto con bases sólidas revolucionarias que permitiría lograr la liberación del yugo español, sin embargo, cinco años después se vería sorprendido, pero no frustrado con la revolución de Calatayud en Cochabamba en 1730, que no tuvo mayor repercusión.
Tendrían que pasar nueve años para culminar su gran aporte a la revolución publicando uno de los documentos más trascendentales de la historia, que traspasó fronteras, el "Manifiesto de Agravios" redactado en 1739. Este documento denunciaba a los españoles que eran infieles a la Iglesia; la opresión que sufrían los criollos y mestizos que pagaban altos tributos; las usurpaciones y robos; el tributo impuesto a los criollos y mestizos, los ahorcamientos de criollos en Cochabamba.
Asimismo, hacía un llamado a los criollos, caciques y naturales a sumarse al deseo del "Inka" para restaurar la monarquía Inca. A cambio prometió a los criollos al convivir en el reino si eran fieles, a los caciques honrarlos y a los naturales a liberarlos del tributo y la mita.
Aprovecha el momento, cuando España estaba en guerra contra Portugal e Inglaterra, por la armada en Portobelho.
El golpe estaba programado para el 8 de julio, sin embargo, es delatado y luego apresado el 6 de julio de 1739. Murió colgado junto a otros de sus seguidores y quedó la revolución en suspenso.
¿DOS CASOS AISLADOS?
Pero, el trabajo de Juan Vélez de Córdova no fue en vano, sino que se fue expandió por el continente y la idea de la liberación del yugo español se consolidó poco a poco. Una clara muestra de ello son las manifestaciones revolucionarias en poblaciones cercanas a Oruro, como la de 1779 con Tomás Catari en Macha cuando se declara cacique y 1781 de Túpac Amaru, aunque no compartimos la idea de que estos dos líderes indígenas hayan tenido en mente la formación de una Patria libre e independiente.
En el primer caso, Catari exigía su derecho de volver al cargo de Gobernador de Indios del cual fue destituido por Blas Doria Bernal en 1778, ordenado por el corregidor de Chayanta, Joaquín Alós. Su relevamiento del cargo, motivó la movilización de los indígenas, fue apresado y para ser juzgado en Chuquisaca fue asesinado, tras ser empujado para caer a un barranco, después de promover el cerco a La Paz.
En el segundo caso, Túpac Amaru tenía como convicción, retomar el incario a través de la monarquía inca, murió el 18 de mayo de 1781. Su presencia fue más fuerte que la de Tupac Catari, ya que los indígenas bajo su dirección propiciaron la mayor rebelión en contra de la Corona española.
LOS ANTECEDENTES
Esos dos aspectos no influyeron para nada en la revolución del 10 de Febrero de 1781, aunque algunos cronistas afirman que el nombre de Túpac Amaru se escuchó bastante en la revolución de febrero, sin que él haya estado presente.
Como antecedentes a tan magna fecha señalamos por ejemplo la baja en el precio de los minerales, el cierre de varias de las minas de la Villa, los problemas políticos, la economía y el comercio.
El otro gran conflicto era de dos grupos de poder: Los criollos potentados, como Domingo Herrera, los Galleguillos, Jacinto y Juan de Dios Rodríguez, Diego Flores, Isidro de la Riva y otros que atravesaban una crisis a consecuencia de los problemas señalados, contra los europeos.
Se conoce también que los nuevos impuestos y el establecimiento de aduanas contribuyeron al tema de descontento. Asimismo el impuesto a la coca fue otro factor que aportó a la revolución, por ello se tiene registrado los nombres de los detallistas Pedro Ascuas y Bernabé Pineda, como líderes de la sublevación.
Lo político también estaba marcado por la supremacía de alcaldes de origen español, contra el de los criollos. El odio y la rivalidad se fueron acrecentando. A inicios de 1781 se llevaron adelante las elecciones municipales, los criollos tenían su partido para pugnar contra el de la corona española el 1 de enero de ese año. Cabe resaltar que ellos, ya conocían a Túpac Amaru antes de la revolución del 10 de Febrero.
Si bien Amaru no estaba presente en esta zona del Alto Perú, sus pasquines influyeron mucho, atemorizando a la realeza, con amenazas de muerte.
Según el diario de Fray Josef de Echeverría se reconstruyeron los hechos de aquel sábado 10 de Febrero de 1781. El cura los denominó con el título de: "Relación verdadera de los lastimosos sucesos ocurridos en la Villa de Oruro con motivo de haber los mestizos y cholos de ella procedido inicuamente a quitar la vida de los españoles europeos que la habitaban. Escrita en contraposición del diario falso, que formó, sugerido de su malicia, un parcial de los amotinados de 1781".
Para el historiador orureño, Adolfo Mier, la Revolución de Oruro no secundó a la resistencia de Catari, ni a la sublevación de Túpac Amaru; fue la verdadera iniciativa de la Guerra de la Independencia… La verdadera causa de esa revolución se deja conocer en la proclama de Sebastián Pagador.
Mientras que para Marcos Beltrán Ávila, los hermanos Rodríguez tuvieron mayor protagonismo que Sebastián Pagador. Y para Boleslao Lewin puso al 10 de Febrero en el contexto de la sublevación de los indios iniciada por Túpac Catari.
LA REVOLUCIÓN
La situación en la Villa era complicada por todos los antecedentes mencionados, pero qué pasó exactamente la fecha de la Revolución. El 9 de febrero de 1781, según el relato de Barbel, abogado de los criollos, describió:
"Los europeos se creían que la plebe y los cholos de Oruro, lejos de ayudarles contra el enemigo común, habían de aliarse más bien con éste y, por eso, los europeos se preparaban a la defensa con cautela y separación de los criollos, destinando por fuerte la causa que habitaban los mismos europeos en la misma Plaza del Regocijo.
Por lo mismo, procuraron que la Compañía de negros estuviese prevenida de armas, separada en el cuartel de las otras y al cargo solo de don Francisco Santelices, europeo que habría provocado irritar el ánimo de los criollos, no dejaron estos de traslucir aquellas desconfianzas de los europeos, llegando a oír y sentir las amenazas de muerte que les hacía Santelices, Bullaín, cajero de Urrutia, y otros europeos inconsiderados como estos.
La plebe y cholos se veían en el cuartel sin armas, cuando las tenían los negros esclavos del comando de Santelices; pues cada uno de estos tenía su cuchillo y rodela, veían los acuartelados que se mandaban a hacer cartuchos de pólvora y bala, que se remitían a la casa o fuerte de los europeos.
Crecen por instantes las sospechas y se comunican hasta las mujeres e ínfima plebe, levantan el grito, dan sus quejas al corregidor, determinantemente como Santelices y Bullaín; pero el tal corregidor nada ejecuta…
Qué mala política la de Urrutia, cuando es constante, según las prevenciones y ejemplares que trae el citado, vizconde de Puerto, que si los pueblos se quejan aunque sea el jefe o la Comandancia, debe éste mudarse y hasta las guarniciones enteras deben desalojarse, siempre que hayan dado lugar a resentimientos en los paisanos; porque de otra forma se expone, según el mismo vizconde expresa, aún tumulto, pero nada de esto pensó ni ejecutó Urrutia, sino que siguió a Santelices y Bullaín y sin darles armas a los milicianos acuartelados".
En el diario del Fray Josef de Echeverría identificó a otros criollos como parte de la conjura, cuyo brazo principal era Rodríguez – Pagador. El cura se manifestó de la siguiente manera:
"Sebastián Pagador había sido muchos años sirviente en las minas de los Rodríguez y en la actual estación por las tardes con su patrón, Don Jacinto en la mina y entre las buchadas de coca y chicha que tomaban, salió el expresado Don Jacinto, con el adefesio de que el corregidor lo quería ahorcar, en primer lugar a él, en segundo lugar a sus dos hermanos y últimamente a Don Manuel Herrera y demás patricios honrados que había en la Villa. Con esto, irritado el expresado Pagador, le facilitó el asesinato, que después ejecutaron…"
El otro articulador, según la misma relación era Nicolás Herrera. El cura lo describió así:
"Hallábase éste, a la sazón, divirtiéndose con dos eclesiásticos: el uno era el doctor Don Manuel Amézaga, cura de Challacollo, y el otro, Fray Lazo, de la orden de San Agustín. Alborotáronse todos con la noticia de que este bribón les trajo y suplicó a los dos eclesiásticos, dicho (comerciante Casimiro) Delgado, para que fuesen a avisar esta fatalidad que amenazaba a los acuartelados. Estos eclesiásticos, sin la menor reflexión y acuerdo, dando crédito a la iniquidad tramada por (Nicolás) Herrera, pasaron inmediatamente a dicho cuartel, llamaron al capitán Menacho y a otros que le acompañaban y les dieron noticia de lo que sabían, previniéndoles que guardasen".
Sin embargo, un elemento fundamental para la revolución fueron las mujeres, como la hija de Sebastián Pagador, que hizo correr el rumor de lo que sucedería el 10 de Febrero:
"Con esto y a la voz de traición, que ya el expresado Herrera había esparcido por las principales calles de la Villa, confirmaron de verdadera, la nueva que trajo la hija de Pagador, porque acudían en tropas crecidas a dicho cuartel, las madres, hijas y hermanas de los soldados, unas llevando armas para que se defendiesen y otras dando voces y pidiendo con lágrimas dejasen el cuartel".
PROCLAMA DE SEBASTIÁN PAGADOR
Todo momento caldeado tuvo siempre a sus héroes proclamados por su gente, quienes aprovechando el fragor de los sucesos, consolidaron esa confianza con discursos y proclamas, como fue hecha por uno de ellos, Sebastián Pagador:
"AMIGOS, PAISANOS Y COMPAÑEROS: Estad ciertos de que se intenta la más alevosa traición contra nosotros por los chapetones; esta noticia acaba de impartírseme por mi hija; en ninguna ocasión podremos dar evidentes pruebas de honor y amor por la Patria, sino en esta. No estimemos en nada nuestras vidas, sacrifiquémoslas en defensa de la Patria, convirtiendo toda la humanidad y rendimiento con que hasta aquí hemos sufrido la traición de los chapetones, en ira y furor, para despedazarlos y acabar, si es posible, con esta maldita raza".
Pero, qué dijo Juan Alberto Mejía, abogado de la Real Audiencia en su confesión de 1784:
"El origen de dicha sublevación fue una aprehensión que formó la plebe de Oruro de que los españoles europeos que allí había y vivían en la casa de Don Diego Flores, parte de ellos, en la que reunieron sus caudales y personas, los habían de matar, no fiándose de dicha plebe, temerosos de ser entregados por ella a los indios, que ya hacía algún tiempo estaban alterados en las provincias inmediatas y Oruro prevenida para en el caso de algún acometimiento, con arreglamento de algunas Compañías, y demás providencias conducentes a la defensa; cuya aprehensión parece que fundó la plebe en ciertas expresiones relativas a este mismo concepto, con que hubieron de explicarse los europeos don Francisco Santelices y don José Caballero, sobre las que oyó hablar el confesante a don Ventura Ayarza, también europeo manifestando al corregidor don Ramón de Urrutia (en cuya casa se hallaba el mismo que confiesa y la que trataba con frecuencia sirviéndole muchas veces de asesor confidencial) estas terminantes palabras:
"Es preciso, señor Corregidor, que cuando haya invasión de indios, vayan los cholos por delante y quitar las armas de fuego a los que las tengan porque no habremos de pelear con dos enemigos".
Que las otras especies de Santelices y Caballero las oyó entre otras personas a Clemente Menacho, el que le aseguró al confesante haberlas proferido los mismos citados, habiendo entendido también el confesante de Nicolás Iriarte, en cuya casa vivía, que había ido a dar cuenta al mismo Corregidor para que hiciera alguna satisfacción sobre dichas especies a las gentes acuarteladas, que se le había quejado a Iriarte como oficial de una de las Compañías".
Sumario del 21 de febrero de 1781, declaración de Clemente Menacho:
"Se levantó una voz general esa noche cual fue decirse que los europeos habían maquinado quitar la vida a todos los criollos por suponer que ellos se podían hacer al bando de los indios de manera que las mujeres y deudos de los soldados que se hallaban acuartelados se alborotaron y les llevaron cuchillos, algunas armas de fuego y piedras para la defensa".
Mientras que el testimonio de Manuel Herrera señalaba: "A vista de esto (la negativa de Herrera) regresando a la Plaza advertí que la Primera Compañía de negros al cargo de Santelices y otra que guardaba la esquina de la Matriz, habían avanzado a la gente tumultuada que estaba cerca de las Cajas Reales; igualmente; vi que estaba ardiendo ya la casa de Endeyza, Blanco y otros europeos que se habían acogido en ella, con sus caudales en cantidad de 150.000 a 200.000 pesos a la cual habían puesto fuego aquella Compañía que se había puesto de resguardo en aquel sitio y no pudiendo ya entrar a la Plaza, oyendo entre la gritería las voces de "mata chapetones" y el fuego que hacían Endeyza y los demás que se hallaban en la precitada casa, me mantuve a caballo dando vueltas por fuera de la Villa para ver si entraban indios creyendo que al amanecer se serenase aquel tumulto que me persuadí fuese solo objeto de robar los muchos caudales que se hallaban en casa de Endeyza; pero observando ser que ya era el tumulto general e igualmente el saqueo y el robo y que solo dirigían a quitar las vidas a los chapetones, oyendo la gritería mezclada con los lamentos, escogí el mejor partido de salir fugitivo a Cochabamba".
Los pocos españoles que se encontraban en la casa situada en la Plaza del Regocijo fueron muertos por los orureños, consolidando sólo por ese día el grito revolucionario del 10 de Febrero. Los europeos muertos fueron:
José de Endeyza, Juan Blanco Cruz, Miguel Salinas, Francisco Palazuelos, Juan Pedro Jiménez, Joseph Casas, Pedro Lagrava, Ventura Ayarza, Vicente Larral y Ramón del Llano. Los cuatro primeros de la lista eran ricos comerciantes, sobre todo Endeyza. Este era uno de los principales comerciantes que cubría la ruta de Oruro – Potosí y Buenos Aires. Blanco era un comerciante radicado en Salta.
Según la versión de varios historiadores, después de ese día la revolución que debía extenderse hasta Cochabamba no se la hizo, porque los españoles retornaron a Oruro y con la traición de los indios hacia sus héroes, se frustró para que el movimiento siga creciendo, pero lo que no pudieron hacer, que esa "llama" que germinó ese día, continúe alumbrando el camino de la independencia que más tarde tendría su término en Bolivia, con la Fundación de la República, el 6 de Agosto de 1825.
Ese hecho del 10 de Febrero significó la cárcel para muchos de los cabecillas, como los hermanos Rodríguez que terminaron sus días en la cárcel de Buenos Aires, mientras que para Sebastián Pagador significó la muerte la mañana del 15 de febrero en manos de los propios indígenas a plan de palos y cuchillazos.
El sargento Sebastián Pagador resguardaba el dinero de las cajas reales para continuar con el movimiento libertario a la espera de la llegada de Túpac Amaru, hecho que nunca se dio.
Es complicado entender la historia desde diferentes puntos de vista, unos cronistas resaltando a personajes que para otros no lo son y viceversa. Sin embargo, lo que está claro, que fue Oruro el centro de los principales movimientos revolucionarios y donde las ideologías de la independencia marcaron un rumbo que fue asimilado rápidamente para terminar en un país constituido y cuya ingratitud a ese aporte se vio reflejado en la negativa de ser un departamento en la Fundación de la República.
Los héroes orureños dejan un gran mensaje que debe ser tomado en cuenta ahora, y es el de la unidad que debe estar perenne en cada uno, porque solo así se logrará vencer al yugo de la desidia y desasosiego que reina entre los orureños por intereses muy personales, políticos y de grupo.
Es Oruro la tierra de los luchadores, es Oruro la tierra donde está el pensamiento constante de la revolución, pero es Oruro también un terruño bendecido por Dios, porque tenemos riqueza natural envidiada por otras regiones, riqueza cultural que nos identifica como la Capital del Folklore de Bolivia y su Carnaval, el más maravilloso del mundo, Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, cuya esencia central es la fe y devoción a nuestra Patrona, la Virgen del Socavón.
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