El paro cívico decretado por el Comité Cívico de Oruro logró sensibilizar a la ciudadanía sobre el estado de deterioro en que se encuentra el Hospital General San Juan de Dios, sin que los gobiernos nacional ni departamental destinen recursos para mejorar la infraestructura.
El presidente del Comité Cívico, Pedro Challapa, dijo que durante la mañana hubo bloqueo en diferentes sectores de la ciudad, hasta lograr la paralización del transporte público que se negó a acatar la decisión de la Asamblea de la Orureñidad, porque supuestamente no hubo consenso para aplicar la medida.
“Estamos luchando por mejorar las condiciones del hospital general, donde tarde o temprano llegaremos con algún malestar. Si no mejoramos el hospital, si no existen condiciones para trabajar, entonces estamos expuestos a cualquier enfermedad”, dijo.
El paro de actividades se cumplió en gran parte de las instituciones públicas y privadas, particularmente, en los bancos, el sistema universitario, los hospitales y clínicas, la Alcaldía Municipal y una parte del comercio. La Gobernación de Oruro trabajó en forma normal, al igual que el sistema judicial, aunque esta última entidad decretó horario continuo, por los problemas de transporte. Las actividades escolares fueron suspendidas.
Hubo bloqueo en diferentes calles de la ciudad, especialmente, la plaza 10 de Febrero, la puerta del hospital general, las calles aledañas a la Universidad Técnica de Oruro y las calles circundantes a la sede social de la Central Obrera Departamental.
Los mercados funcionaron a medias. Cerca del mediodía, el transporte público estaba restringido a los taxis aunque, por la tarde, el servicio de minibuses se reanudó poco a poco. El transporte interdepartamental continuó brindando un servicio casi regular.
SITUACIÓN DRAMÁTICA
Challapa dijo que la salud en Oruro no ha cambiado los últimos nueve años y, por eso, se da una realidad dramática en el Hospital General San Juan de Dios, donde se debía tener por lo menos nuevos ambientes para el trabajo de los médicos y para la atención de la salud de la ciudadanía.
“Estamos peor que antes. Las puertas están desechas. Las paredes no tienen pintura. No hay espacios para las cocinillas de las enfermeras que a veces tienen que prepararse agua hervida, para cualquier emergencia. Las cocinillas están funcionando al lado de la cama de los pacientes, con una división de una simple cortina”, dijo.
Los consultorios médicos han desaparecido, desde que las autoridades del Servicio Departamental de Salud, por razones de seguridad, han instruido el desalojo de los ambientes que estaban utilizando en el vetusto edificio que está a punto de desplomarse.
Los pisos se están hundiendo. Las paredes tienen rajaduras por todas partes y los pilares podrían ceder en cualquier momento.
El alcalde municipal, Juán José Ramírez, dijo que la municipalidad ha tomado la decisión de transferir el inmueble a la Gobernación, para que esa institución se haga cargo de la remodelación, de acuerdo a la decisión del Concejo Municipal y de la Ley de Autonomías.
Según el Comité Cívico, a partir de la próxima semana, se adoptarán otras medidas de hecho, si los gobiernos departamental y nacional no tomen en serio los problemas del hospital.
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