La torrencial lluvia que cayó la noche del lunes 20 y madrugada del martes 21 de octubre demostró que Oruro tiene grandes problemas que debe resolver los próximos años y que, durante los últimos cinco, no han sido ni siquiera tocados.
Hay inundaciones por todas partes, incluso en la zona central de la ciudad. Las calles adyacentes a la plaza 10 de Febrero “parecían ríos”. No había espacio para pasar de una acera a otra.
Los estudiantes de colegios, que salen a partir de las 17.30 a 18.00 horas del lunes tuvieron que caminar por las aguas, para tomar un vehículo que les lleve a sus viviendas.
En pocos minutos, especialmente las mujeres, estuvieron empapadas e irreconocibles.
Los cuadernos estaban mojados, porque era difícil incluso entrar a alguna tienda, porque las aguas llegaban y sobrepasaban por las aceras.
La calle Junín, esquina La Plata, era un río incontrolable, por la presión de las aguas que bajaban desde el cerro Pie de Gallo y de la zona del Socavón. Similares problemas se advirtieron en la calle Ayacucho, esquina La Plata. Los litigantes que tenían que entregar sus memoriales en las oficinas del Palacio de Justicia se metieron al agua para cumplir los horarios establecidos de trabajo.
Los vecinos de la Casa Municipal de Cultura, zona Este de la ciudad, no podían ni siquiera ingresar a sus viviendas, que estaban llenas de agua, ya que esas construcciones se realizaron hace más de cincuenta años, pero quedaron por debajo del nivel de la calzada. El sistema del alcantarillado sanitario y pluvial no funcionaba.
Los vecinos pidieron auxilio permanente a las autoridades municipales y al servicio de Bomberos, pero era difícil lograr la ayuda.
La Ciudadela Ferroviaria, donde se encuentra la Casa de Cultura, es la parte más baja de la ciudad de Oruro. Allí no se efectuó la renovación del sistema de alcantarillado pluvial ni mucho menos del sanitario, durante los últimos cinco años.
Germán Flores Tórrez, un dueño de casa de ese lugar, dijo que se ha llamado a la alcaldesa municipal, Rossío Pimentel, para que envíe bombas para desaguar el lugar, pero nunca tuvieron respuesta. “Año tras año se hace el mismo pedido, para mejorar el sistema, pero las aguas servidas salen del alcantarillado, provocando inundaciones”, explicó. El único edificio que se salvó de la inundación, fue precisamente la Casa de Cultura, porque se construyó con pilares y cimientos elevados.
Los vecinos tuvieron que trabajar durante la noche para sacar el agua, poco a poco, utilizando baldes y latas, pero la lluvia era intensa y sostenida durante la noche del lunes 20 y la madrugada del martes 21 de octubre.
“Todos los años ocurren los mismos problemas, debido a la inundación. Las aguas están de pared a pared. Las aceras se quedan muy abajo. Las casas están remojadas y corren el peligro de derrumbarse”, afirmó Gonzalo Vela.
“Todo el agua entra a nuestros domicilios”, agregó. La Alcaldesa municipal se ocupó de realizar el asfaltado de las calles que estaban con losetas, hace jardineras y plazuelas, pero nunca se preocupó de este gravísimo problema del alcantarillado, añadió.
Por los barrios periféricos de la ciudad, los problemas eran otros. No había ni siquiera alcantarillado pluvial para evitar las inundaciones. Los barrios estaban llenos de lodo y barro. En esos sectores, se construyeron algunas aceras y cordones, pero los vecinos preferían quedarse dentro de sus casas, observando los problemas de afuera.
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