En la madrugada de ayer falleció el periodista Luis Ramiro Beltrán, de 85 años de edad, al no prosperar el esforzado tratamiento que se le realizó por un ataque de neumonía en los dos pulmones, en el hospital Arco Iris.
Hasta el atardecer del viernes, los médicos que lo atendían, a la cabeza del doctor Fernando Arispe, indican que su estado de salud era establece, lo que alentaba a que Beltrán recuperaría la salud.
Sin embargo, dos factores coadyuvaron al deterioro, la deshidratación y los estados prolongados de sueño que tenía en el día.
El tratamiento que recibía estaba sustentado principalmente por antibióticos para combatir la infección pulmonar de la que adolecía. Beltrán fue internado en el mencionado nosocomio el 3 de julio, cuando se hallaba ya en avanzado estado de gravedad.
El distinguido periodista y comunicólogo estuvo bastante enfermo en los últimos meses, por lo que dejó de recibir visitas de sus colegas y amistades, en su domicilio, final de la avenida Arce.
Hasta hace unos dos años, Beltrán estuvo todavía en actividad profesional, integrando el Consejo Consultivo de la Asociación de Periodistas de La Paz (APLP). Dejó de asistir a las reuniones semanales del mismo, porque empezó a tener limitaciones para movilizarse personalmente.
Su esposa, Nora Olaya, de nacionalidad colombiana, ha sido su meritoria y sacrificada compañera de vida. No tuvieron descendientes, pues se casaron ya adultos, cuando Beltrán vivía entre Venezuela y Colombia, como parte de un prolongado exilio al que lo sometieron gobiernos dictatoriales del país.
Beltrán nació en la ciudad de Oruro, a sus 15 años empezó a trabajar en el periódico La Patria, demostrando excelentes dotes para ejercer el periodismo. En los años 40 vino a residir a La Paz, para trabajar en el diario La Razón, de esa época. En poco tiempo se consagró como una de sus figuras sobresalientes, al desempeñar funciones ejecutivas.
Por efecto de la Revolución de 9 de abril de 1952, el citado periódico dejó de circular, debido a que su propietario era el empresario minero Carlos Víctor Aramayo, uno de los llamados Tres Barones del Estaño en el país. Ese mismo año fueron nacionalizadas sus propiedades.
Virtualmente, casi todos los periodistas de la ex La Razón tomaron el camino del exilio, entre ellos Beltrán. Por su experiencia y altos estudios sobre periodismo pasó a constituirse en uno de los eminentes comunicólogos de América Latina, por lo cual fue distinguido por el premio internacional Morse Cabot.
De retorno a La Paz, en la década de los años 80 del siglo pasado, dictó la cátedra de periodismo en distintas centros académicos y escribió libros muy valiosos para la formación de periodistas, así como transmitir basta experiencia que acumuló en esta profesión en Estados Unidos, Europa y países de América Latina.
Desde su retorno, Beltrán se tornó en el mayor referente del ejercicio periodístico, en el orden académico y la producción de estudios y artículos que publicaba en distintos medios del país, pues todos ellos recibían con avidez y como una gratificación sus escritos.
Aparte de recibir serie de premios y distinciones internacionales y del país, en 1997 se le otorgó el Premio Nacional de Periodismo.
Su espíritu afable y el carisma personal que poseía suscitaban aprecio y admiración de sus colegas y de cuanta persona tenía el privilegio de disfrutar de su amistad. Su ausencia será muy sentida en los ámbitos nacional y externo. Paz en su tumba.
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