Oruro inició la campaña de arborización en 1903, con el impulso del presidente del Concejo Municipal, José Víctor Zaconeta. Al principio, nadie creía que a 3.706 metros sobre el nivel del mar podían crecer arbolitos y menos las flores.
Los incrédulos de aquella época decían que, en vez de plantar árboles, debían dedicarse a hacer árboles de hojalata y pintarlas de verde, para colocarlas en la entonces Plaza de Armas, hoy Plaza 10 de Febrero. Oruro era un desierto y para ver un arbolito, se debía viajar hasta la zona de Chiripugio, para ver un ejemplar que se encontraba a 25 kilómetros de la ciudad.
La población de Oruro, que entonces tenía 15.900 habitantes, de acuerdo al resultado del censo de población y vivienda de 1900, estaba entusiasmada con la arborización de la ciudad, más aún, como consecuencia del crecimiento inusitado de sus habitantes. En 1892, tenía apenas 5.000 habitantes y algunos vecinos llegados de otras partes. En poco más de diez años, creció a los 15.900, con el incesante trabajo del ferrocarril.
Según el historiador Angel Torres Sejas, en su libro “Oruro en su historia”, “la vida administrativa, religiosa, comercial y social, se desenvolvía en torno a la Plaza de Armas, llamada republicanamente así, porque su amplio espacio, carente de árboles y plantas, servía para la instrucción militar de reclutas”.
Los techos eran de paja y de gruesas paredes de adobe, incluyendo el Palacio de Gobierno, la iglesia Matriz, las casas de vecinos notables y casas comerciales y algún hotel, que se improvisaba.
Aquella vez, se desecharon los nombres coloniales de las calles. “A la calle del Rey se llamó primero Gobierno, después Presidente Montes. A la de la antigua Merced se llamó Bolívar, Alto de la Alianza a la que hoy es Adolfo Mier. Fue rareza que a la calle La Plata, no le hubieran dado otro nombre. La calle de mayor tono colonial era la de la Cruz Verde, modificada a Batalla de Junín, después la calle Aldana, San Felipe”, explicó Torres.
La Plaza Mayor o del Rey se nombró Plaza Principal, despúes Plaza de Armas, finalmente a Plaza 10 de Febrero.
Durante la última década del 1800, se hizo la captación de agua potable de Jalaqueri de manera que había agua hasta para vender a la empresa del ferrocarril. Se instalaron las primeras piletas públicas y había una en la plaza principal. Antes, había que traer agua de la zona de Agua de Castilla en toneles de bestia o en pequeñas carretas. Sin embargo, cuando creció la población, faltaba agua y se pensó que era imposible la vida vegetal.
El gran anhelo de la arborización de Oruro fue puesto de manifiesto en 1884 por el presidente del Concejo Municipal, Adolfo Mier. Anticipaba que con las aguas de Jalaqueri se haría posible “establecer un jardín en la plazuela del Regocijo (Castro y Padilla) o un Prado detrás de la recoba”, por tratarse de “sitios abrigados de los vientos”.
El Concejo Municipal, presidido por Enrique Collazos, en 1902, tras intensa deliberación, aprobó la plantación experimental de cebada en sitios de la Plaza Principal, lo que devendría en motivo de mofa de parte de algunos visitantes.
La plantación de la gramínea, obviamente, no respondía a requerimiento industrial alguno; no pasaba de un incierto ensayo de las condiciones de suelo orureño para la introducción de vida vegetal, pero dio lugar a risueñas anécdotas, una e ellas referida por Eloy Cabezas Villa.
Angel Torres dice: “A muy poco de la plantación, llegó a la ciudad, procedente de Sucre, un señor muy dado a las letras y a la ironía: José Mendieta, quien al salir de paseo a la plaza y enterarse de la experimentación, encontró motivo para una de las suyas. Al reunírsele su amigo Gabriel Valverde Calle, el ex edil, fingiendo sorpresa, le inquirió:
- ¿Cómo? ¿Han sembrado cebada aquí? ¿Es que los orureños comen mucha cebada?
- No José, esto es sólo para los forasteros”.
En 1903, José Víctor Zaconeta, con respaldo de los concejales, inició la aclimatación de arbolitos en la plaza principal. Sin embargo, el cuidado era insuficiente, especialmente en la época de invierno. Se abrigaban a los pocos ejemplares y se morían. Los escépticos confirmaban su aserto, pero nunca se desmayó en la arborización y se realizaron experimentos en las casas, con mayor cuidado y abundante riego. La plantación se insistió y los arbolitos crecieron.
En 1903, se comenzó la arborización de la ciudad de Oruro. Hoy los árboles de la plaza 10 de Febrero siguen de pie, algunos se secaron, pero otros fueron colocados en el mismo lugar, haciendo un lugar agradable para el paseo y para realizar diferentes actividades, mientras los periodistas se ubican en la esquina La Plata y Bolívar, para compartir anécdotas y para comentar las noticias.
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