sábado, 8 de junio de 2013

El parque Tiahunacu cambia de rostro por generación


El parque Tiahunacu que está situado en las calles Santa Bárbara, 6 de Agosto, Bacovick y Jaén, en el último tiempo se ha convertido en uno de los sitios más atractivos de la ciudad, por su apariencia y motivos andinos que lo componen.

Pero debemos hacer una retrospectiva que nos lleva a fines de los años 60, cuando dicho espacio que fue bautizado con el mismo nombre tenía detalles que a la fecha desaparecieron, como gradas continuas que formaban pirámides incompletas. Los motivos andinos como figuras en las gradas eran su característica.

Aquel hecho no duró mucho tiempo y para la década del 80 se habilitó un muro en la parte central del parque con cabezas de llama y monolitos tallados en piedra, que sirvieron como gradas para los niños que se subían al muro y saltaban a la arena, que era la otra parte del parque. El piso era enlosetado.

Los espacios que ahora se convirtieron en áreas verdes, estaban integradas por piedras de tamaño gigante y cactus, que eran utilizados como lugares de distracción para los niños. Lo que sobrevivió a tanto cambio, fueron las mesas de ajedrez y sus asientos, que hoy se ven muy coquetos con la nueva decoración que tienen.

Ahora en un nuevo siglo, el parque presenta una nueva fisonomía, una fuente de agua que la hace atrayente y un monolito gigante que está al centro del parque; se hizo una puerta del sol en el sector que divide ese espacio y cuyas puertas de metal están cerradas para la distracción de los niños.

Por eso decimos que el parque cambió de rostro de acuerdo a la generación que estuvo presente en ese lugar, pero lo que no cambiará nunca es que por más atractivo que se haga ese tipo de parques, los niños y jóvenes deben ver de afuera los juegos que se instalaron para que algún día puedan divertirse en ellos.

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