Cuando el espacio Uru fue ocupado, los españoles se llevaron una gran sorpresa, porque encontraron muy cerca de las minas de plata una serie de elementos rituales prehispánicos, que de una u otra forma tenían que ser reemplazados para convertir a los nativos a la religión Católica.
En el contexto de la cosmovisión andina, el desarrollo de la cultura Wankarani (1700 a.C.) en su desplazamiento hacia el Norte generó dos nuevas culturas, la Tiawanacota (1580-1187 a.C.) y la incaica (1.000 a.C.), la relación se da, porque el común de estas tres se da por el idioma, que era el puquina.
El puquina era parte de la cultura Uru, que tenía su centro ceremonial en las serranías sagradas de los urus, que en la actualidad están en la parte Oeste de la ciudad, detrás del Santuario de la Virgen del Socavón.
En Tiawanacu se establecieron dos templos: El de Kalasasaya y el templete subterráneo, solo tenía dos niveles que representan el Akapacha y el Ukupacha; sin embargo, ese elemento transitorio pasa a la cultura de los Incas y se establecen los tres elementos de ver el universo, el fuego, la tierra y el agua, que vienen a formar las figuras del triángulo, el redondo y el cuadrado. Es decir, el Alaxpacha (fuego-triángulo), el Akapacha (tierra-redondo) y el Ukupacha (agua-cuadrado). Al hacer una yuxtaposición de estos elementos se forma una estrella de siete puntas.
Para hacer el culto a las wak’as (sitios sagrados) se establece que deben tener una plaza circular, de esa forma existe una relación funcional entre la devoción ritual y las danzas y el contexto de las wak’as. Al otro lado, la plaza cuadrada llega a ser la máxima expresión del Tatapacha, estableciendo una relación total del universo. Y con estos elementos vuelven a formar las siete puntas de una estrella.
En el contexto urbano del Socavón se encuentran esos tres elementos: el cerro como una simbología de triángulo, la plaza circular (plaza del Folklore) que responde a los dos elementos rituales prehispánicos como es la wak’a del sapo y otra que está dentro del mismo Santuario. En la parte inferior, está la parte cuadrada que es ahora la Avenida Cívica y que por cuestiones de urbanización de la ciudad fue vuelta rectangular. De esa forma se cumple los tres elementos prehispánicos en la cultura Wankarani.
EVALUACIÓN
Para hacer la preservación de esta simbología, el arquitecto Carlos Delgado, quien a su vez es miembro del Consejo Departamental de Culturas, estableció un proyecto que puede realizarse a corto plazo y mostrar un espacio arquitectónico que alternativamente brindará soluciones de desplazamiento.
Antes de llegar al resultado se tuvo que hacer una evaluación del lugar y se identificaron varias situaciones: Deterioro del sitio, porque las refacciones fueron improvisadas; agresión, debido a la intervención urbana; contaminación y abandono, porque en muchos lugares se observa la presencia de basura y escombros, así como objetos que no tienen funcionalidad.
La inseguridad es otro aspecto, porque existe presencia constante de gente alcohólica y jóvenes con comportamiento negativo; e invasión, porque en forma desmedida comerciantes y vehículos originan la desmejora del contexto.
Delgado recuperó la frase de José Saramago que decía: Hay que recuperar, mantener y transmitir la memoria histórica, porque se empieza por el olvido y se termina en la indiferencia", y precisamente la indiferencia es lo que prima en la ciudadanía y en las autoridades. Pero aún puede sobrellevarse este hecho encarando proyectos de beneficio para Oruro y su Carnaval.
EL OBJETIVO
El objetivo del proyecto es la intervención de un sitio ceremonial, para recuperar el imaginario urbano, por medio de la revitalización del espacio patrimonial y reconocimiento del valor cultural. Asimismo, Delgado propone la generación de un documento normativo de uso y ocupación del suelo urbano bajo la denominación de Plan Maestro de Control Urbanístico del Entorno al Santuario del Socavón.
EL PROYECTO
El proyecto se denomina Museo de la Memoria y Sitio Ceremonial, lo que significa que debe intervenirse dos sectores arquitectónicos.
El Museo de la Memoria, está emplazado bajo nivel de la plaza circular conocida como la Plaza del Folklore. Es decir, debe haber una construcción subterránea debajo de la plaza circular con túneles que permitirán incluso el tránsito de la gente de Norte a Sur.
Tras estudio museológico se debe recrear el proceso formativo de la cultura, desde las manifestaciones prehispánicas y sitios sacralizados. El periodo colonial desde la fundación de la Villa San Felipe de Austria. La aplicación del retorno al culto de las wak’as a la construcción de capillas e iglesias en sitios rituales, las narrativas insurgentes, las danzas contestatarias (diablada y morenada) y reivindicativas (incas), así como el Carnaval del anonimato y otros hasta llegar a la espiritualidad del Carnaval de Oruro, Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.
Mientras que el reconocimiento del sitio ceremonial y patrimonial se refiere a intervenciones, como limitaciones y
restricciones al ingreso vehi-cular, jerarquización de los
ingresos Sur y Norte por me-
dio de arcos que permitan
valorar las entradas al espacio ceremonial, recuperación de
los elementos simbólicos, limpieza del entorno inmediato a la wak’a.
El elemento nexo entre las dos intervenciones es la implementación de un área de interpretación cultural, cuyo objetivo sea informar y difundir el valor patrimonial dirigido a turistas y la población, cuyo conocimiento permitirá apreciar cada uno de los elementos que comprenden el conjunto patrimonial. En ese contexto se observa al Norte un espacio destinado a la explicación sintética de las danzas del Carnaval.
El Museo de la Memoria, según el proyectista, debe ser el conjunto de formas y contenidos específicos que presenta el patrimonio natural y cultural con significación propia, material y espiritual como parte de la identidad de la ciudad de Oruro. Además será un espacio educativo, cultural, ambiental y turístico para promover el Carnaval de Oruro.
En conclusión, la intervención a espacios patrimoniales debe permitir recrear en forma permanente en la historia, su valioso aporte permitirá que el proyecto entre a la fase de sostenibilidad, es decir, la transmisión de los valores culturales a las generaciones futuras.
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