La limpieza y el orden se imponen en los alrededores de la terminal de buses, la cual, hace un mes pasó a poder de la Gobernación de Oruro, después de un proceso de reversión de ese edificio que sirve tanto para el parqueo de omnibuses, como para el funcionamiento del hotel de tres estrellas.
La Policía desplazó funcionarios con megáfonos para instalar a los usuarios de flotas que ingresen a la terminal y repiten en forma permanente que está prohibida la venta de pasajes en las calles, pero además están obligados a comprar el boleto por uso de la terminal, tal como ocurre en diferentes partes del país.
Los policías, como no ocurría antes, ahora están alrededor del edificio para controlar a los pasajeros y también a los vendedores de boletos. Hasta hace un mes, ni siquiera había presencia de uniformados para esa clase de controles, porque el edificio se encontraba en poder de la Familia Loayza, que se había comprado el edificio.
“Ahora existen funcionarios de Tránsito, controlando a los pasajeros y evitando la presencia de los delincuentes. Ahora todos los pasajeros ingresan a los andenes, compran su pasaje en las ventanillas y tienen la obligación de pagar 1.50 bolivianos por uso de la terminal”, explicó el interventor de la terminal, Freddy Bobarín.
Expresó su complacencia por la forma en que se está trabajando, en coordinación con las autoridades de la Gobernación y el Organismo Operativo de Tránsito, que respaldan las acciones que se están adoptando, para el mejor funcionamiento de esa terminal.
Los vendedores de pasajes están prohibidos de salir a las calles para cumplir ese objetivo. Según la secretaria de relaciones del Sindicato de Trabajadores de la Terminal de Buses, ahora se está atendiendo dentro de la terminal, porque “ya no se pueden estacionar los vehículos en la calle, para emprender viaje al interior y exterior del país”. Las acciones merecieron la felicitación de los usuarios.
Jiménez dijo que siempre existen algunas personas que no están de acuerdo con la aplicación de esta forma de trabajo, especialmente de los pasajeros que llegan del interior del país con gran cantidad de bultos, porque quieren que la flota llegue en la calle y en forma directa contrate un taxi para llevar sus equipajes.
De todas maneras, dijo que existe “más orden y más tranquilidad para usuarios y para pasajeros”.
El desorden era tal, que hasta la Alcaldía Municipal tuvo que instalar urinarios en la calle, especialmente en julio pasado, cuando los trabajadores de la terminal efectuaron un paro de actividades y una huelga que derivó en la intervención del gobierno, para la reversión del edificio, que antes estaba administrado por Marcela Loayza.
A pesar del control policial, algunos vendedores de boletos siguen aún ofreciendo asientos en las puertas de ingreso y salida de los buses. El gran problema de la actualidad, es el trabajo preliminar que realiza la Alcaldía, en los alrededores, para el futuro asfaltado de las calles adyacentes, ya que las losetas fueron sacadas y se realiza movimiento de tierras, para preparar el proyecto.
Por el momento, se mantiene la intervención de la terminal y se espera que en algunos meses, se pueda controlar los ingresos y egresos, por parte de la Gobernación, además de la contratación de algunos funcionarios, para trabajar con ítem y con seguro. La intervención del edificio permanece desde el 20 de julio pasado, fecha de la emisión del decreto supremo para la recuperación del inmueble.
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