A los 13 años Fabricio Loayza Puch ya sabía lo que quería hacer en la vida: investigar los aspectos moleculares del cáncer. Aunque a esa edad no tenía bien claro qué carrera estudiar para hacer este sueño realidad su hobbie era devorarse cuanta revista científica, sobre este tema, llegaba a sus manos. Veintitrés años después el esfuerzo, dedicación y talento fueron reconocidos fuera de las fronteras de Bolivia.
Hace exactamente 15 días el biólogo boliviano, que realiza una investigación postdoctoral sobre la biologia molecular del cáncer, recibió el premio Antoni van Leeuwenhoek, otorgado por el Instituto Holandés del Cáncer.
Para él es un reconocimiento insospechado. "Me sentí honrado y privilegiado porque la lista de científicos que han sido postulados y premiados son personas que tienen investigaciones de alto impacto y casi todos han llegado a ser reconocimiento mundial en el medio".
Fabricio partió de Bolivia con todos sus sueños a cuestas y el apoyo incondicional de sus padres en 2004. ¿Su destino? Japón. Había ganado una beca para hacer un posgrado en biología molecular, cuatro años después, en 2010, llegó a Amsterdam, Holanda, por una investigación postdoctoral.
Pero, ¿cuál fue la investigación que lo hizo merecedor del Antoni van Leeuwenhoek? Nadie mejor que él para responder a esta pregunta: "Encontramos que los tumores de riñones y de mamas tienen limitaciones específicas en ciertos nutrientes; si genéticamente eliminamos la capacidad de estos nutrientes los tumores no crecen y, de desarrollarse medicina o algún tipo de estrategias terapeúticas probablemente podremos tratar más efectivamente el cáncer", explica.
El joven biólogo boliviano sueña con tener su propio laboratorio y su equipo para seguir investigando los aspectos moleculares del cáncer. Cree que esto es posible hacerlo en el país, pero a un largo plazo.
Aquí te compartimos parte del diálogo que sostuvimos con nuestro compatriota:
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