El poder de los brazos de Oruro, ha sido parte de la fuerza minera de antaño, de la industria diversificada luego de la gestión ferroviaria y caminera después, centro geopolítico estratégico y el más cercano a los puertos del Pacífico, unión de esfuerzos con miles de brazos laboriosos, han hecho posible el desarrollo de la República, fortaleciendo los planes de integración caminera y contribuyendo con divisas (de la minería) al crecimiento de distritos hermanos, en el oriente y en las ciudades del denominado "eje central".
La minería orureña tuvo su apogeo, rindió tanto como Potosí para consolidar la República y su independencia. Bolivia fue calificada como una "nación eminentemente minera" y la maravillosa naturaleza se mostró pródiga para consolidar el auge de la explotación de minerales, que despertó la codicia de muchos en el afán de controlar la explotación y comercialización de nuestros minerales.
La historia de Oruro, en el texto de Ángel Torres Sejas, refiere en varios capítulos la importancia de la minería, señalando que la economía departamental se basó en la industria minera, aunque la misma confrontó los extremos de cambios políticos, también en la propiedad de las minas, una irracional explotación de los recursos en otro periodo, la destrucción de ingenios, por efecto de la codicia de gente que estaba a la "pesca" de propiedades mineras, para enriquecimiento ilícito.
En el tiempo presente, otras circunstancias conspiran contra el común acuerdo de reactivar la minería local y nacional, lo primero es que se carece de una verdadera política minera que priorice los planes necesarios para prospectar, explorar y reemplazar los casi agotados yacimientos que provienen de la colonia y todavía nos entregan sus riquezas para que el país y la región se sostengan en un equilibrio del buen uso de nuestras riquezas naturales, gas y minerales.
En cualquier esbozo de la realidad orureña, la mención precisa es que durante los últimos años no se ha efectuado ninguna inversión sobresaliente en el rubro minero, la última de alto nivel fue la de Inti Raymi, en sus dos operaciones, Kori Kollo en La Joya y Kori Chaka en Iroco, nada más en materia de minería, en tanto que en el sector estatal, sólo se alimentó con ciertos apoyos financieros la vida de Huanuni, el mayor distrito nacionalizado y complicado en su sostenimiento socio laboral, por la existencia de una planilla sobrecargada de trabajadores, que menos mal en el último tiempo ha disminuido aunque sin llegar al equilibrio deseado entre rendimiento y gastos de operación, como sucede con la minera estatal, Colquiri, pero en La Paz, que logró utilidades respetables.
Hay necesidad de revitalizar el aparato minero departamental y para ese objetivo los orureños deben insistir en la aplicación de planes concretos, pero que se cumplan de manera práctica, con disposiciones muy claras, con excelente inversión y con la perspectiva de retomar esa condición departamental de una minería activa que coincida con Oruro y el poder de sus brazos, para desarrollarla.
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