Su madre, María Fernández Rivero, natural de Punata y su padre, José Revollo Patiño, oriundo de Tarata, dejaron Cochabamba para ir a trabajar a las minas de la empresa minera Huanchaca, y es en Pulacayo, un centro minero, donde Antonio Revollo Fernández nace el 29 de julio de 1950. Fue el cuarto de siete hermanos, a los que recuerda emocionado: Teresa, Vitalia, José, Cecilio, Juan (+) y Esther, la hermanita menor que aún cuida en Oruro, como solicitud póstuma de su madre.
Con tan solo un año de edad y con la revolución nacional a cuestas, Antonio Revollo llega a la ciudad de Oruro, para no irse más. Su madre ama de casa y luchadora incansable era bilingüe, hablaba quechua y castellano, y su padre minero perforista hablaba el idioma quechua cerrado. Ambos analfabetos, supieron forjar un hogar sano para que los hijos pudieran criarse y educarse como manda la buena ley de la vida.
Pese a la pobreza extrema, les inculcaron los valores fundamentales de la honestidad, el trabajo diligente y la limpieza. La precaria casa en alquiler que habitaban debían de mantenerla limpia como un palacio. Gracias a su madre el niño Antonio formó su carácter de perseverancia y la rectitud, por eso es un hombre directo y claro en las cosas. Nunca le gustó manejar las situaciones detrás de bambalinas o de forma subterránea. Su madre impedía que su hijo sea "amiguitero", los amigos perjudiciales eran vetados en casa, para evitar lo que ahora se llaman los grupos de poder y camarillas, que se reúnen para hacer daño a la gente. La mujer de la casa era la autoridad que se impuso en su infancia, su mamá no toleró nunca la impertinencia ni la holganza y mucho menos la irresponsabilidad.
En sus primeros años de vida escolar, fue parte de un experimento agradable, al mando del venerable sacerdote jesuita Ignacio Zalles, quien organizó un grupo de niños para pasar clases en un dispensario de salud que prestaba servicios a las personas pobres, en las calles 6 de Agosto y Santa Bárbara de la zona Sur de la ciudad. Era el kínder San Ignacio de Loyola que se fundaba gracias al compromiso de la congregación ignaciana, que años después construyeron la estructura de las calles Arce, Arica y San Felipe. Recuerda que les llevaron a conocer los predios de construcción en la pampa, donde sólo había piedras y tierra salitrosa, y les dijeron que en ese lugar irían a construir un gran colegio.
Después le inscribieron a la escuela "Jorge Oblitas", donde tuvo como maestro al profesor Arturo Perales Santander, abogado y redactor del periódico LA PATRIA. Su vida escolar estuvo marcada por la pasión al estudio y el verdadero cariño entre compañeros. De aquella época guarda en su memoria a sus amigos Fredy Salazar Tejada, comunicador de radio Fides, Juan José Sarmiento, médico ginecólogo, y otros que continuaron sus estudios en el colegio "Simón Bolívar".
El primer año de secundaria estuvo inscrito en aquel colegio, que abandonó por razones económicas, tuvo que trabajar para ayudar a la familia, y porque el pasar clases con ocho maestros a diferencia de uno en primaria, le provocó un disloque emocional, así que a medio año continuó sus estudios en el Colegio "Juan Misael Saracho", Turno Nocturno. En el nuevo colegio, el poeta e historiador Don Alberto Guerra Gutiérrez fue su maestro y mentor, influyó mucho en el alma del joven Antonio que quedaba admirado cuando veía que obsequiaba sus libros de folklore a los mejores alumnos. Confiesa que sus sabias enseñanzas le provocaron un interés pasional por el estudio del folklore y sobre todo del Carnaval de Oruro, Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, y desde entonces se convertiría en su seguidor más fiel.
Cuando en 1971 ya tenía el título de bachiller, sus padrinos Fredy Ovando y Carmela López de Ovando, le pidieron, sino exigieron, que se fuera a estudiar a la Normal "Simón Bolívar" de la ciudad de La Paz, lo que le resultó gratificante porque sus calificaciones durante los años de estudio fueron excelentes, logrando graduarse con honores en la sección de Estudios Sociales, nivel secundario. Recuerda que en sus horas libres se quedaba admirando los escaparates de las librerías, enamorado de los libros, aunque frustrado por la imposibilidad de comprarlos, su condición humilde le llevó a vivir en un internado, así que se desahogaba con extensas y nutritivas lecturas en la biblioteca Municipal de La Paz. Como abanderado de la promoción 1975 de la Normal le dieron la opción de elegir la Dirección de un establecimiento educativo provincial, de una terna de lugares en Cochabamba, La Paz y Oruro. Él prefirió sin dudar el colegio Monseñor "Ricardo Beni Moro" de Challapata. Los tres años de provincia 1976, 1977 y 1978 le enseñaron la importancia del trabajo sacrificado.
De regreso a la ciudad, trabajó como maestro de Estudios Sociales en el Centro de Educación de Adultos "Ignacio León", donde tuvo la oportunidad de promover el arte y la cultura, e impulsar el debut en el Paraninfo Universitario, en abril de 1986, del grupo Llajtaymanta sus jóvenes integrantes fueron sus alumnos, al igual que Norka Gutiérrez, excelente cantante orureña, que también debutó en el recital de aquella ocasión.
A finales de la década de los setenta ingresó a la carrera de Derecho en la Universidad Técnica de Oruro, por entonces amante de los libros frecuentaba constantemente la biblioteca, de ahí su amistad con la Dra. Clotilde Calancha, a quien le reconoce como una persona firme y decidida. Después de egresar de la carrera, le invitaron a trabajar en la Dirección de Investigación y Extensión (DIE) de la UTO. Su jefe de entonces el Ing. Antonio Salas Casado le conminó a presentar en el plazo de dos semanas una investigación sobre el referéndum, que fue una solicitud de la Central Obrera Boliviana que viabilizaba el primer referéndum sindical y necesitaban conocerlo a profundidad.
Como beneficio colateral de su esfuerzo intelectual el mismo trabajo fue fundamento inicial en la elaboración de su tesis de grado, que defendió bajo el título de "El referéndum como instrumento directo del pueblo soberano". Lo anecdótico de la hora y fecha de defensa es que coincidió con una fiesta de matrimonio donde asistía como padrino, de donde tuvo que escabullirse para cumplir con los rigores académicos necesarios para lograr la investidura de abogado. Cuenta muy contento que varios de los asistentes a su defensa de tesis, como Gonzalo Martínez y Marco Jaimes, le acompañaron de retorno al matrimonio, estos amigos entrañables fueron parte del frente URUS, Unión Revolucionaria de Universitarios Socialistas, de su maravillosa época estudiantil.
A inicios de la década de los noventa, ganó un concurso nacional para optar la dirección de un establecimiento educativo; y recibió la instrucción de crear el Centro Integrado Hijos del Sol, en mayo de 1991, en el barrio Plan 500 de la zona de Chiripujio. Trabajó duro desde la dirección, sobre todo para la iluminación pública de la zona, aunque el mismo colegio con sus cinco aulas rústicas todavía pagaban la electricidad venida de una casa vecina. Gestionó con gran diligencia el transporte público que sólo iba hasta la iglesia del lugar, para que llegue hasta las puertas del colegio. Luego de dejar consolidado este establecimiento, que fue trasladado a la zona de Papel Pampa (donde también hizo un gran trabajo comunitario), con infraestructura, equipamiento e ítems para docentes, fue designado como maestro en el Centro de Educación Alternativa "Carmen Guzmán de Mier" 3, donde continuó enseñando.
En el año 1998 fue designado como Director de Extensión Universitaria, y lo primero que hizo fue reinstalar las Jornadas Culturales de Invierno, además participó activamente en los actos preparatorios que se estaban realizando en varios escenarios nacionales y oficiales para la declaratoria del Carnaval de Oruro como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad; fue expositor en el Foro Internacional de Salvaguardia de la Cultura Tradicional y Popular realizado en Sucre en marzo de 1998, que gestionaron y asistieron personalidades como el Dr. Yves de la Goublaye de Menorval, embajador de la Unesco y Zulma Yugar, destacada artista orureña y Directora Nacional de Promoción y Cultura, a quien en noviembre de 2000, junto al Dr. Walter Zambrana Presidente de la ACFO y el Arq. David Bravo, Oficial Mayor de Cultura, entregaron el primer borrador del Plan Operativo Decenal del Carnaval de Oruro, y reconoce que luego vinieron nuevos actores que culminaron la labor.
Recuerda que muchos años antes, a finales de la década de los ochenta fue precursor de la 1ra Feria de investigación científica que posteriormente se convertiría en Expotec y más adelante en Expoteco. En octubre de 1999, junto a Eloy Villán, gestionaron la 1ra Entrada Universitaria. Entre el año 2001 y 2004 fue Coordinador General de la Cátedra Unesco. También fue Coordinador de Relaciones Internacionales Convenios y Becas el año 2002. En el año 2004 fue nombrado Director Distrital de Educación Urbana de Oruro en Asamblea General de Sala Magna en el colegio "Simón Bolívar", después de que se observaran varias irregularidades en las autoridades educativas. En el evento participó como secretario general el profesor Nicanor Gutiérrez, de tendencia política sindical distinta a URMA de línea trotskista a la que pertenecía Antonio Revollo.
Actualmente trabaja como responsable del Programa Criscos (Consejo de Rectores por la Integración de la Subregión Centro Oeste de Sudamérica) y a la par es investigador adjunto en la Dirección de Investigación de la Universidad Técnica de Oruro. Él dice que su pasión es hacer investigación en el área social, en el campo de la historia, la etnohistoria, la antropología, la educación, la sociología; sus trabajos tienen carácter de ensayo, y tiene varias publicaciones. Su primera obra La dinámica de clases en la insurrección del 10 de Febrero de 1781, fue calificada como un ensayo fuerte de enfoque estructuralista, pese a la brevedad del contenido. Su libro Apuntes del Carnaval Sagrado de Oruro es el que le ha dado grandes satisfacciones, fue llevado hasta la Unesco. Su último libro Memoria escrita, un desafío imperecedero (2016), contiene cerca de 50 artículos publicados en periódicos y revistas locales y nacionales. Aunque su obra es vasta y amplia, reconoce que todavía le falta hacer una gran obra, un gran libro que esté dedicado a una sola especialidad. Por esta meritoria trayectoria intelectual, en noviembre del pasado año es nombrado miembro del Tribunal de Imprenta de Oruro. Tiene una biblioteca con más de mil ochocientos libros, en especialidades del área social, jurídica, antropología, sociología, educación, gestión cultural e historia. Su debilidad son los libros, por eso está al tanto de las publicaciones de actualización sobre todo en el área de historia y cultura.
Confiesa que su compañera de vida, Benita Álvarez, se esforzó mucho por él, incluso trabajó para ayudarlo a estudiar. Unieron libremente sus vidas el 30 de noviembre de 1970 (el día del cumpleaños de su madre), él con 18 años y ella con 16, sin madurez emocional ni intelectual, pero con decisión amorosa firme, y el 15 de febrero de 1975 se casaron legalmente. De este matrimonio nacieron cuatro hijos: Ever, ingeniero agrónomo; Roly, maestro que falleció; Aracelly, médico de profesión; y Vania Paola, farmacéutica-bioquímica; además completan la felicidad del hogar su sobrina Mónica, a la que le quiere como su hija, y varios nietos alegres. La ayuda que recibió Antonio de su esposa fue retribuida porque cuando comenzó a trabajar le hizo estudiar hasta graduarse de la Normal "Ángel Mendoza Justiniano" como maestra del ciclo inicial. Fue un ayni familiar, un ayni matrimonial, heredado de su madre que le inculcó los valores comunitarios eternos.
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