lunes, 9 de mayo de 2016

El parque donde se demuestra la unidad

Con cara de plaza, así lucía un lugar emblemático para los orureños, bañado por un sol otoñal, en medio del frío y calor altiplánico en medio de la belleza selvática, sin necesariamente ir al trópico.

Una tenue brisa abrazaba a los árboles, que reacios a sus placeres se movían disimuladamente de un lado para el otro. Unos pequeños ratoncillos salieron de una mata verdusca apilada a uno de los pilares de esa larga caminata de cien metros.

Al otro lado, un par de pajarillos jugaban contorneando sus figuras, intentando atrapar sus almas que lucían radiantes a la par del sonido del agua que salía de una manguera, presta a bañar los cabellos de un febril césped que atemorizado esperaba su destino.

Casi al medio, un escudo símbolo de la heredad nacional yacía mudo, escoltado por una decena de mástiles que plantoneados sin vida, protestaban sin palabras por su suerte. Más atrás una aparente remozada glorieta se veía inerme ante los escuálidos grafitis que doblegaban sin razón alguna su belleza.

Los árboles cobijaban la insensibilidad humana, sin ser egoístas, prestaban su sombra para proteger los cuerpos que un día destruyeron a muchos de sus compañeros.

Parejas de enamorados, parejas de amigos conviviendo por minutos en armonía y unidad, unidad que desde hace décadas el lugar congrega a humildes, a pobres, a escolares, a deportistas, a folkloristas, a todos los ciudadanos que algún momento participaron de una marcha, un desfile, un baile, una protesta, el parque de la unidad, de la concentración, del defensor de ideas y consignas yace en el cuasi centro de la ciudad.

Aunque poco valor se dé por las nuevas generaciones, es el parque de la Unidad Nacional, de la unidad amorosa, de la unidad amistosa, pero para el antiguo habitante de la Alta Tierra de los Urus, representará siempre, el Parque de la Unión Nacional.



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