Mientras todos celebraban el nacimiento del año 5525 en el campo, en la urbe el panorama era más tranquilo. Esa pasividad invitaba a caminar por uno de los sitios remozados de la ciudad de Oruro. Si bien su atractivo está por la noche por el juego de luces y la danza de las aguas, que incluye música de "sobremesa", en el día su atractivo es mayor.
El tímido sol, el sonido del agua que acompañaba la caminata, era la verdadera música que se quería escuchar para tener un poco de paz. La inexistencia de personas en el lugar, hacía la estadía más atractiva y emotiva, ya que había suficiente espacio para correr y pensar en tranquilidad.
Así se muestra la plaza Sebastián Pagador durante una visita diurna, fuera del horrendo bullicioso. Ahí también está como testigo mudo Sebastián Pagador, protomártir de la Revolución del 10 de Febrero y quien con mucho tino, aquel día de 1781 sabiamente habló de forjar una Patria, libre e independiente.
Mientras en la parte posterior al monumento, están las representaciones de lo que ocurrió durante el primer grito libertario de América Latina. Unas caídas de agua acompañan.
Dos grandes piscinas, una al Este y otra al Oeste, guardan en su seno a las aguas danzantes, que como si tuviesen un maestro de orquesta se mueven en forma sincronizada. Los protectores de los árboles son espejos que permiten tener un encuentro con el mismo "yo" y muestran la realidad de lo que vivimos.
Mientras tanto en los sectores Norte y sur, están dos grandes arcos que se encargan de dar la bienvenida al visitante que para pasar debe sortear unas casetas que guardan cual misteriosas mucha información.
Así se ve en la actualidad la plaza Sebastián Pagador, una nueva cara presenta en la Alta Tierra de los Urus.
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