lunes, 7 de noviembre de 2011

ORURO: Cerquita del cielo, cerquita de Dios

Oruro, ciudad situada a 3.706 metros sobre el nivel del mar (msnm) posee enigmáticas montañas que se constituyen en una fortaleza singular desde cuya cumbre se divisa Oruro en su inmensa magnitud.

Un paseo por lo más alto de los cerros permite, primero respirar el aire más puro a más de 4.000 msnm, el corazón late con mayor frecuencia, ya sea porque la camita le exige mayor trabajo o por la emoción de descubrir a cada paso nuevas vistas de un Oruro que en el cotidiano vivir no se ven, pues la rutina atrapa a los ciudadanos para permanecer encasillados en la monotonía de las calles, los vehículos, los restaurantes, mercados, fiestas y todo cuanto representa la vida citadina. Pero, resulta sorprendente confirmar que en "nuestras narices" está el potencial turístico orureño.

Un corto viaje de no más de 10 minutos tomando la Avenida del Minero, en la zona Este, muy cerca al Santuario del Socavón y luego empalmar con un camino de tierra para bordear la parte posterior del cerro Pie de Gallo, nos lleva a conocer otras facetas de la ciudad.

Llegar a la cima de los cerros produce una sensación agradable, tras una travesía marcada entre rocas y pajas, aquellos que muchos describen como la tierra de la aridez inhóspita, para graficar como algo desagradable las excursiones por el altiplano, pero cuán hermoso resulta caminar en este nuestro entorno peculiar envidiado por otros.

Es precisamente desde allí que se aprecian las bondades de la naturaleza, donde cactus, kiswaras, eucaliptus, acacias y retamas, entre otras especies se imponen y crecen cuando sus raíces nacen entre las rocas duras, pero que dan origen a la vida.

Cambiando la dirección de la vista, ahí encontramos el Oruro citadino aletargado en la rutina de un día más que pasa en el calendario, causa una grata sensación sentirse un ser todopoderoso, por el sólo hecho de tener el privilegio de ver a los similares mortales desde la cúspide de una de las serranías que custodian la ciudad.

La historia también se muestra ante los ojos, pues el mirador natural, da la posibilidad de observar los íconos propios de Oruro, como el Santuario de la Virgen del Socavón, el Corazón de Jesús, la Terminal de Buses y una infinidad de edificios que en no más de 20 años le cambiaron la fisonomía urbanística a la Alta Tierra de los Urus.

La minería también sienta su soberanía y se muestra impetuosa y vehemente como testimonio enorgullecedor de la riqueza que cobija los cerros guardianes, aquellos que un día atrajeron la codicia de conquistadores y en cuyos socavones se escribió otra faceta de la historia boliviana.

Así es Oruro, donde se vive "cerquita del cielo y cerquita de Dios". (maq)


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