Con 38 años de edad, dinámico, soñador y desafiante es Rubén Flores Rodríguez, un colquireño que no encuentra palabras para confesar su amor por Oruro. Ese sentimiento lo llevó a diseñar dos proyectos arquitectónicos únicos y muy representativos de la tierra orureña.
El primero es un museo minero que podría ser emplazado en cualquier bocamina abandona y aledaña a la ciudad. El diseño está pensado para una estructura de 25 metros de altura y cada uno los pabellones cobijados al interior de una apariencia externa similar a un gigantesco rostro de minero, está pensado para el funcionamiento de un restaurante, salas de exposiciones, biblioteca y otros propios de un espacio construido como atractivo turístico. Adicionalmente se ha pensando en la habilitación de miradores.
Flores pensó en que los visitantes al museo conozcan la experiencia de transitar por los socavones a bordo de los carros metaleros. "La gente lo que quiere es sentir, palpar lo que es el ambiente minero, transitar en la oscuridad de los socavones y hasta aspirar el olor a copajira", sostiene a tiempo de explicar que en el diseño de su ambicioso proyecto incluyó incluso un adecuado sistema de iluminación para recrear con la mayor proximidad el ambiente en interior mina.
El colquireño, conocedor del trabajo en las minas, considera que en éste museo se debe incluir toda historia de la minería en Bolivia, así como convertirse en un repositorio de las herramientas, ropa, maquinaria y hasta muestras de minerales.
"Podemos tener en exposición todos los materiales desde la indumentaria que usaban los mineros de antaño, las lámparas a carburo que por sí mismas tienen una historia por detrás que refleja su proceso de evolución, desde las diseñadas en latas de sardina, hasta las actuales que funcionan con baterías. Este proyecto es un anhelo y sería lindo que nuestras autoridades lo puedan tomar en cuenta, para potenciar más el atractivo turístico orureño. Yo no soy orureño, pero amo a esta tierra", comentó.
MIRADOR
Su otro proyecto es un mirador que sugiere podría ser emplazado en el cerro San Pedro, situado al ingreso de la ciudad por el lado Norte, desde donde se obtiene una buena vista panorámica de la ciudad. Flores sugiere además que con éste su proyecto se puede preservar el cerro que en la actualidad es depredado producto del trabajo en las canteras situadas en el sector de Cochiraya.
Este mirador está diseñado para ser construido en una altura de 51 metros de altura, casi el doble del tamaño del Cristo de la Concordia de Cochabamba, que mide 32 metros.
Su diseño ornamental rescata todos los componentes culturales de Oruro, como es el trabajador minero, una máscara de diablo y en parte las leyendas mitológicas como es el caso de la víbora y las hormigas.
"Los humanos somos pasajeros, pero nuestras obras quedan", dijo a tiempo de comentar que su proyecto es producto de un trabajo de varios años.
EL PERSONAJE
¿Quién es Rubén Flores Rodríguez? Es un hombre que creció con un impedimento físico en sus piernas, producto de un accidente ocurrido a sus 5 años que lo privó de caminar durante 10 años.
El niño Rubén en la inocencia de su infancia, cuando la noche de Año Nuevo, caminaba por las calles de su natal Colquiri, fue embestido por un motorizado con tal fuerza que lo dejó postrado en la cama de un hospital durante 10 años, desde donde logró levantarse tras prolongados tratamientos médicos, pues a diferencia del común de los niños él creció con las manos y las piernas encogidas.
Luego en 1986, con apoyo de la organización "Tierra de Hombres" viajó a Holanda donde fue sometido a terapias que le devuelven la movilidad sólo en la parte superior de su cuerpo y sus piernas sólo fueron enderezadas, pero no responden al estímulo del movimiento. Desde entonces aprendió a convivir con las muletas, que ahora ya las maneja con destreza al extremo de desplazarse sin mayor dificultad por incontables graderías.
A los 15 años, Rubén se repuso emocionalmente del trauma y decidió estudiar, pero por la edad que tenía sentía algo de vergüenza para ingresar al curso que le correspondía, que era primero básico, pues los 10 años de haber estado postrado en cama, lo mantuvieron alejado de las aulas escolares.
Y fue precisamente con ayuda de "Tierra de Hombres" que consigue una libreta escolar para ingresar al ciclo de intermedio. Pese a sus limitaciones, Rubén Flores se catapultó como un alumno destacado llegando a ser parte del cuadro de honor.
Graduado como bachiller, se encaminó a cumplir uno de sus sueños, ser arquitecto y se inscribió en la Universidad Técnica de Oruro, hasta concluir sus estudios. Ahora es propietario de una empresa constructora que realiza proyectos tanto en la ciudad como en el área rural, y es en ese su laboratorio donde gestó la creación de los ambiciosos proyectos.
Durante esta su etapa de estudios, Rubén como muchas otras personas con limitaciones físicas, tenía que superar las barreras arquitectónicas, al extremo de verse en la necesidad de llegar con una hora de anticipación, para llegar a su curso situado en el cuarto piso del edificio universitario y donde las gradas todavía estaban en construcción.
Es hijo de mineros y el mayor de 8 hermanos y sólo se considera un impedido, pero no discapacitado, pues al margen de haber perdido la movilidad en sus piernas él conserva sus capacidades motoras en sus miembros superiores y más aún su habilitad intelectual.
Así como es creativo para la creación de proyectos en infraestructura, es un artista en potencia, pues con un charango o guitarra en las manos, se convierte en un alegre y expresivo cantante.
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