Mucho hemos escuchado hablar de los Honorables Concejales Munícipes de otros tiempos, cuando este cargo era optado por invitación a quienes se pensaba podían emprender una labor de verdadera entrega a favor de los intereses de la región, al parecer más con hechos que con discursos.
Sólo a partir de la revisión de archivos de prensa, se pueden verificar las acciones emprendidas por los honorables de antaño, es el caso de los concejales que prestaron sus servicios, no remunerados, en beneficio de la población.
El informe de labores de lo que se denominaba "sector minoritario" integrado por los ciudadanos Carlos Guzmán Pereyra, Germán Peters Olivares, José Becerra García y José Humberto Soria, del Honorable Concejo Municipal de Oruro, de 1950 revela por ejemplo que fueron incorporados al ente deliberante por invitación de acuerdo a disposiciones vigentes el siglo pasado y en mérito al reconocimiento por su labor en la sociedad.
"Desde un comienzo nuestra labor estaba fisonomizada por el simple control y la cooperación a todo aquello que significaba velar por los intereses y el bienestar del pueblo en éste afán hemos dejado hondas huellas de nuestro pasado… Para felicidad nuestra en ningún momento hemos recibido directivas interesadas de ninguna índole, permitiéndonos desenvolvernos en absoluta autonomía y plantear nuestros puntos de vista con entereza en integridad", destaca un párrafo del informe.
Ellos trabajaban en el tratamiento de temas como la mejor organización de los mercados públicos, pero los concejiles, tropezaban con problemas como la resistencia de algunos funcionarios ediles de no entregar los informes requeridos; "quedando así postergado todo sano propósito de trabajo con perjuicio evidente del pueblo, para solaz de alguna mentalidad estrecha que cree que los perjudicados somos nosotros", informaron y dejaron constancia de la negligencia que imperaba entre los funcionarios municipales.
Otros temas de interés colectivo, tratado por los concejiles, era la arborización, el fomento al arte vernacular y folklórico. Centraron su atención también en analizar contratos con empresas como el caso de aquella que brindaba el servicio de energía eléctrica, que "atentaba contra la economía popular", oponiéndose ellos a incrementos en las tarifas, justificando su posición con respaldo legal justificado.
También se ocuparon de normar el precio de la carne, en base a las cotizaciones del mercado de Liniers (República Argentina). Fue también tema de tratamiento entre los honorables concejales, los aspectos referidos a la construcción del Palacio Consistorial. "Cuán tristemente célebre ha resultado este contrato por sus derivaciones de inmoralidad profesional y funcionaria, pues o se ha cumplido lo que él preceptúa en su fuerza de ley que tiene para las partes contratantes", describe el informe de 1950, cuando se cuestionaba los planos de dicha infraestructura que eran simples dibujos, bosquejos o borradores y que fueron objeto de negativa para su aprobación en instancias técnicas del Municipio.
También se ocuparon, por ejemplo de debatir sobre la refacción del entonces Teatro Municipal, que funcionaba en la calle Ayacucho, casi La Plata, además de otros temas referidos a las obras de embellecimiento de la ciudad, instalación de servicios básicos y controles en defensa de los intereses ciudadanos.
Sin embargo, las mismas autoridades y en diferentes gestiones reconocían que se presentaban situaciones desoladoras, pero, también manifestaban la necesidad de aunar esfuerzos en beneficio del desarrollo citadino.
PROBLEMAS
Los honorables de antaño, también sopesaban contratiempos, al extremo de reconocer que las autoridades demostraron poco interés por atender eficientemente sus deberes. "Hasta el Presidente del H. Concejo Municipal no vaciló al inaugurar el nuevo año en confesar que no tienen experiencia", destaca una publicación del 11 de febrero de 1951, del diario LA PATRIA.
Las autoridades, que trabajaban a cambio de ninguna remuneración económica, eran cuestionadas a través de los medios de comunicación, por entonces sólo escritos, respecto a la dejadez en el tratamiento de temas, en su acción fiscalizadora a las acciones del alcalde.
En aquellos tiempos a los honorables, tampoco les gustaba que la prensa delate las falencias de su gestión, tachando a los periodistas, reporteros y editores de faltar a la verdad y escribir sin fundamento.
Por las publicaciones de prensa se conoce que también había minorías y mayorías que se enfrascaban en infructuosas discusiones, pero al salir a la palestra pública se jactaban de hablar de un trabajo en "beneficio" del pueblo.
Ellos en algunos casos buscaban el acercamiento con los periodistas, para decir su verdad. En casos se conoce que cerraban las puertas al diálogo con la prensa, pero, aprovechaban los mínimos espacios para referir la "tergiversación" de información a través de la prensa.
HONORABLES
El rótulo de honorabilidad que ostentaban los ciudadanos de antaño que tenían bajo su responsabilidad la legislación edil, derivaba del orgullo y el honor de desempeñar esa función a cambio de nada, sólo por el "honor" de servir a su pueblo y aportar con sus saberes al engrandecimiento de la región.
Pasaron los años y las cosas cambiaron, cuando comenzaron a cobrar dietas, pero al ser éstas solo el pago por la asistencia a las sesiones concejales, consideradas como no adecuadas para la labor que desarrollaban, desde finales de los años 80 se asignó una remuneración mensual.
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